La mañana del sábado fue como todas las mañanas de sábado: más larga que un día sin pan. La cosa siguió torciéndose cuando salgo a trabajar por la tarde y me doy cuenta de que ... ¡la llave de la taquilla no está donde debería estar! ... ni donde debería estar ni en otra parte ... bueno, relativamente porque me la había dejado en el candado, je. Y por si fuera poco me cae tremenda bronca nada más entrar en el curro. La verdad es que el sábado prometía más bien poco. Además había quedado para ir a cenar y no me iba a dar tiempo. Pero como no hay mal que cien años dure y detrás de la tormenta, llega la calma, las cosas se fueron arreglando. Mientras iba contrarreloj para no llegar demasiado tarde, me llamaron para decirme que mejor quedabamos diez minutos después ¡tranquilidad! Y ya, según avanzaba la noche, cada vez mejor.
Una cena genial con una gente genial. Después copichuela en el Versatile (con amena charla sobre música ochentera) con sorpresa ¡había dos por uno! jajajajaja. En el Lobby, hasta triple ración de Iván Ferreiro (por no hablar de Raphael, Planetas, Scissor sisters, Peter Bjorn and John ... una noche de buena música) y después un secuestro en toda regla que me llevó al Lombok ¡Menos mal que pusieron a Los Piratas. jjajajajja! Para terminar la noche, diez minutos de Soho y pa casa a dormir.
Además, ganó el Sporting 0-2 y la selección de baloncesto pasó a la final.
Hoy, como todos los domingos, de relax: sofing, interneting y poco más, a ser posible.
Ciao
¡¡Me queda una semanaaaaaa!!
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