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Erase una vez …
Así comenzaba el mejor momento del día para
Pablito. Sí, sí, la hora de irse a dormir, por increíble que parezca. Cuando la
mayoría de los niños intentaban retrasar el acontecimiento lo más posible,
Pablito esperaba ansioso a que llegara. Después de cenar, se cepillaba los
dientes, se lavaba las manos y se ponía el pijama. Una vez en la cama, llamaba:
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¡Abuelito!
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¿Qué? – respondía el abuelo aun
sabiendo de sobra para qué era requerido.
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¡Ven a leerme un cuento!
El abuelo se sentaba a la orilla de la cama
y comenzaba:
Entonces Pablito cerraba los ojos y se
dejaba llevar por la voz arrulladora de su pariente hasta que llegaba un
momento en el que ya no le oía. Estaba metido en su propio cuento. De repente
se convertía en un príncipe azul de reluciente armadura que cabalgaba por su
reino en busca de una princesa. Se enamorarían y se irían a su castillo para
compartir sus vidas.
En una de sus historias se enfrentaba a un
feroz dragón de llameante aliento. Otro día su pelea se dirigía contra un ogro
gigante que tenía secuestrada a la princesa en la torre más alta de su
castillo. También se había enfrentado él solo a grandes ejércitos de soldados
que pretendían impedirle llegar a su destino. Alguna que otra bruja también se
había interpuesto en su camino pero había resultado victorioso en todas las
luchas. Todo por conseguir liberar a la princesa de sus sueños.
Solo había un problema. Justo cuando estaba
a punto de alcanzarla… llegaba la hora de despertar y su madre le apremiaba a
que se levantara o llegaría tarde al colegio.
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¡Canastos! ¡Que lata! Otra vez que
no la he liberado.
Y si había algo que cabreaba a Pablito era
que en sus aventuras nunca aparecía ninguna hada madrina que le echara una mano.
Aunque ahora que lo pensaba… en la mayoría de los cuentos que su abuelo leía o
se inventaba por las noches tampoco aparecía ninguna… entonces… ¿por qué los
llamaran cuentos de hadas?
Bueno, ya se ocuparía de eso en otro
momento. Su mente ahora debería estar ocupada en encontrar una solución a cómo
llegar a rescatar a la princesa antes de que llegase la hora de levantarse
¿Habría alguna manera de conseguir las botas de siete leguas?
Texto: Geno Mesa
Dibujos de la red