miércoles, 30 de julio de 2008

Y después he leído unos tebeos ...

¿Por qué la gente no se molesta en leer? Y no me refiero al último best seller publicado, ni a los diarios o las revistas del corazón que pueblan nuestros quioscos, ni siquiera a unos tebeos. Me refiero a los carteles que nos rodean en la vida cotidiana.
Cuando se va a comprar a un centro comercial, a la entrada de los pasillos unos enormes cartelones nos indican los productos que podemos encontrar a lo largo de ellos. Pero ¡claro! debe ser más cómodo preguntar y que alguien lea por nosotros. Aunque puede suceder que la persona a la que interrogamos, por mucho que vaya vestido de uniforme y sea trabajador de la empresa, solo esté en esa zona de paso y tenga tanta idea como nosotros.
Cuando cada mañana abres el mostrador de la tienda, has de asegurarte de que todos los productos tengan su cartelito con el nombre, procedencia y precio. Pero nos pasamos el día recitando cifras que, en ocasiones, hemos de consultar porque no nos los sabemos todos de memoria ¿Por qué no realizar un pequeño esfuerzo y fijarse un poco a ver si, junto al producto deseado, se encuentra dicha información?
No me extraña que las estadísticas digan que en España se lee poco. Si cuesta tanto trabajo leer unas pocas palabras ¡como enfrentarse a un libro de más de cien hojas!

7 gotitas:

Candela dijo...

Jejeje... a lo mejor es que van sin ver... como los caballos, ya sabes...

Anónimo dijo...

La mayor parte de las veces, da esa impresión ¡Total! Alguien aparecerá para guiarlos ,jejeje

Teresa Guzmán dijo...

ajjajaja, es verdad, cuando vamos a una tienda, aunq veamos el precio preguntamos, esto cuánto vale? y como no nos o creemos, afirmamos: ah!!! q este es su precio no?

Ana I. dijo...

Es verdad que somos un poco pesados. Ayer mismo estuve en el hospital clínico esperando una revisión frente a un control de enfermería dónde había tres letreros GIGANTES que decían que para pedir cita en el mostrador 5.
Pues bien, creo que se pasaron por allí como 20 personas (y no exagero) en media hora para pedir cita. La cara de la chica que estaba era un poema... Creo que a veces vamos por la vida a cien por hora y no nos da tiempo ni a pararnos a leer...

Anónimo dijo...

Jajaja, sí, Teresa, de esos también hay.
Ana, los hay que no les apetece pararse, simplemente, jejejej, no me extraña la cara de la chica

Charlie White dijo...

Antes de nada, me he de disculpar porque yo soy el primero que no leo los cartelitos; pero, también he de decir que aunque lo intente ni de coña... y es que el mostrador suele ser un par de palmos más alto que yo; también puede deberse a que cuando veo tanta comida juntita me ciego; y sobretodo, cuando veo un chuletón de ternera cuyo precio es desorbitado, las lágrimas no me dejan ver el resto, y heme allí diciendo: -... y el precio de esta pequeñita?... (sniff...) y si sólo quiero un bocaito? (sniff), un lametoncito, aunque sólo sea uno... (sniff...buaaaaa, buaa).
Por todo esto,y aunque intente leer los precios,me es imposible.

Anónimo dijo...

Razones justificadas las tuyas, Charlie, jejejejje, pero no todo el mundo las tiene