Después de un corto día de descanso (pasa volando) y cuatro largos días de trabajo intensivo (con esto de la crisis, en cuanto hay una oferta la gente se vuelve loca ¿no?), llegó el sábado. Y como toda dura tarea debería tener su recompensa, pues me fui de cena. Bueno, vale, no fue exactamente como premio a mi labor. Era algo que por una razón u otra se iba aplazando (parece que no quisieramos ir) semana a semana. Por fin este sábado nos pudimos reunir las seis que debíamos estar. Unas raciones de costillas, chipirones, revuelto, croquetas, todo ello regado con ... ¿sidra, decís? ... pues no, esta vez tocó sangría, cafetillo, chupito y amenizado con mucha charla (menudas somos) y sobre todo, risas y risas, y fotos y fotos.Vintage, Escocia, Aquelarre y Soho fueron nuestros siguientes destinos donde encontramos gente de la que vemos todos los fines de semana, gente que hacía mucho que no veíamos e incluso conocimos gente nueva. No podemos decir que no fue una noche aprovechada. Hasta un sombrero rojo me traje.
Hoy domingo, volviendo a la triste realidad. Preparando el uniforme, el despertador y mentalizándome de que mañana, el muy j...., sonará a las 7 y media de la mañana ¡Con lo poco que a mi me gusta madrugar! Me consolaré pensando en mis tardes libres. Dicen que no hay mal que por bien no venga ¿no? Pues eso.
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