Navidad, Navidad

Ya estamos en Diciembre y con su llegada nos vemos inmersos en la vorágine de las Navidades: compras, menús, adornos, compras, regalos y, sobre todo, más compras. Las calles se engalanan con luces, las ventanas se llenan de "Papás Noeles" colgando (aunque en los últimos años ya se empezaba a ver algún que otro Rey Mago) y las casas se adornan por todos sus rincones. En la mía en particular siempre hemos sido más de poner el Nacimiento que no el árbol. De hecho, nunca hemos puesto el árbol aunque alguna vez nos lo hubiésemos planteado. Lo cual no quita que alguna cinta de espumillón se deje caer por alguna que otra pared. También tenemos algún Santa Claus decorando pero somos pro Reyes Magos hasta el final. El señor barbudo del traje rojo nunca nos ha llamado la atención y no va a empezar ahora.

Los días elegidos para llevar a cabo este casi ritual familiar son, como en otros muchos hogares españoles, los pertenecientes al puente de la Constitución (o de la Inmaculada, según).

En un principio, apenas si ocupaban un rincón del armario del salón el portal (regalo de mi abuelo) y las cuatro figuritas más típicas pero año tras año se fueron añadiendo personajes que hicieron necesario más espacio.

Aún con las mismas figuras y el mismo lugar para colocarlo siempre procuramos que se vea diferente. Al tener personajes de distintos tamaños unas Navidades utilizamos los más grandes, otras los más pequeños y, en ocasiones, hay una mezcolanza subrealista en la que el cordero sobrepasa en tamaño al pastor. Las que nunca cambian son las que ocupan el pesebre y los Reyes Magos con sus camellos y sus pajes. Tampoco puede faltar nunca el papel de aluminio simulando el agua que abastece al pueblo, a veces en forma de río y otras de lago. Y con él, muy típica la figura de la lavandera.

Este año puede que nos haya quedado un poco más soso que en otras ocasiones pero seguramente se le irán añadiendo detalles a lo largo de todo el mes.