Huyendo (relato)

Aún no había decidido que hacer cuando llegó a la estación de autobuses. Lo único que sabía era que tenía que salir de allí, dejar la ciudad. Metió cuatro cosas esenciales en una pequeña maleta y salió disparado, antes de que llegaran a buscarle. Ni siquiera se molestó en cerrar la puerta con llave. No serviría de nada puesto que en cuanto llegaran, la tirarían abajo.

Pisando a fondo el acelerador del coche salió del barrio en el que había estado escondiéndose los últimos tres meses. No se explicaba cómo habían podido dar con él pero aquel no era el momento de pararse a pensarlo. Tenía cosas más importantes en las que ocupar su cabeza.

Primero pensó en dirigirse al aeropuerto pero su sentido común le advirtió que sería mucho más difícil de localizar si se subía a un autocar que lo llevara a cualquier parte.

Abrió su cartera y contó el dinero que tenía. Pensó que lo mejor sería acercarse a la taquilla y preguntar precios. Elegiría el más lejano que su presupuesto le permitiera, mejor un sitio en el que nunca hubiese estado antes. Podría cambiarse el nombre e iniciar una nueva vida. Tenía muchas posibilidades de que no le volvieran a encontrar.

Subió al autobús con la cabeza baja y se sentó en la última fila de asientos. Corrió la cortina de la ventanilla y, apoyando su cabeza contra ella, suspiró tranquilo al oír como arrancaba el motor que le alejaría del peligro que le acechaba.

Geno M.

(Foto: Estación de ALSA de Gijón en 1941)