Ella (y V)

Entonces uno de los otros cuatro se levantó del sillón que ocupaba y acercándose a mí dijo:
—Así que esta es la maravillosa Sra. Morgan. Pase y siéntese que se lo explicaremos todo. Supongo que ya es hora de que se entere.
Temblando me senté en el sofá del saloncito de la suite y me dispuse a escuchar. En cuanto oí sus nombres empecé a verlo todo claro. Eran personas muy conocidas en la ciudad pero nunca por cosas buenas.
Así fue como me enteré que esa pequeña empresa de la que mi marido estaba tan orgulloso y que tantos dividendos nos daba era ni más ni menos que una tapadera para esta especie de mafia que tiene a la ciudad asustada. ¡No podía creerlo! ¿Mi marido intimidando a sus clientes?
Pero eso no fue todo. En un arranque de ira y desilusión, pedí a mi marido el divorcio. No quería verle nunca más en mi vida. Necesitaba salir de aquella habitación y de aquella vida de mentira y engaños. Empezaba a sentirme verdaderamente sucia formando parte indirecta de aquello, aún ignorándolo todo.
Y aquí fue donde realmente me vine abajo. No soy una parte tan indirecta. Durante años ese ser que yo creía que me amaba y al que yo amaba sobre todas las cosas me ha estado utilizando para sus tejemanejes. Papeles con mi firma, negocios y propiedades a mi nombre… No puedo creer que me haya usado de cabeza de turco. Ahora estoy atada de pies y manos. Mi único deseo es alejarme de él, no volver a verle nunca pero sé que si lo hago…"
Aquí los nervios volvieron a apoderarse de ella y unos sollozos entrecortados surgieron de su garganta. Sin poder resistirme rodeé sus hombros con mi brazo y la atraje hacia mí. Cuando se recuperó continuó hablando.
"Y ahora aquí me tiene, en brazos de un desconocido y contándole todas mis desgracias ¿Y si resulta ser usted de la policía?"
"No"—la tranquilicé—"No soy policía pero intentaré ayudarla. No puedo permitir que siga usted sufriendo y que ese ser despreciable siga aprovechándose de usted. Por cierto, me llamo Rick Jacques"
Y este fue el inicio de la única relación que realmente me ha preocupado en mi vida. Audrey. No podría vivir sin ella pero tampoco puedo vivir viéndola ahí, con su marido, sin poder acercarme siquiera a saludarla, a rozar su mano con la mía. Por eso estoy aquí, en esta fiesta para la que ella me ha conseguido una invitación. Llevamos meses planeándolo todo y hoy ¡por fin! ha llegado el día. Hoy nos libraremos del fastidioso Sr. Morgan y podremos vivir juntos y felices para siempre.

Geno M.