jueves, 28 de enero de 2016

Relato: El regreso

Tal y como os contaba en el último post del año pasado, aunque ya lo habíais ido comprobando a lo largo de sus doce meses, en el 2015 retomé mi afición por la escritura.
Siempre me ha resultado más fácil escribir siguiendo las directrices de una página o un grupo que hacerlo por mi cuenta por ello me había apuntado a Anima fábula. Por alguna razón que desconozco la página rompió, se estropeó, puede que un virus acabara con ella... no se, pero el caso es que ya no funciona. Pero estoy decidida a seguir escribiendo y ojeando el libro que surgió de aquel Albanta del que ya os he hablado en más de una ocasión, me vino una idea. Retomaré los temas de aquellos certámenes en los que no participé y haré mi relato. Este es el primero.
El Regreso
Adela temió por un momento no ser capaz de encajar la llave en la cerradura de todo lo que le temblaba la mano. Dio tres giros rápidos y respiró hondo antes de empujar la puerta y acceder al recibidor de la casa. Diecisiete años hacía que sus pies no pisaban aquel suelo de formas geométricas. No era tanto teniendo en cuenta que  estaba convencida de que nunca volvería. Pero la vida te da sorpresas y la suya fue mayúscula cuando le comunicaron que el abuelo le había dejado la casa del pueblo en herencia a ella, a la que con tanto rencor y palabras tan duras había echado de allí. Y todo porque se había enamorado del nieto del Gregorio.

El Gregorio y el abuelo habían sido los mejores amigos del mundo, más que eso, casi como hermanos. Esas habían sido las palabras que su madre había empleado para contárselo. De repente y de un día para otro dejaron de hablarse. Nadie supo nunca el porqué, solo ellos conocían la razón y se llevaron el secreto a la tumba.
Recorrió una por una todas las habitaciones. Nada había cambiado. Todo estaba tal y como lo recordaba. Por un momento le pareció oír risas y cánticos de niños, algo del todo imposible pues el pueblo llevaba ya algunos años deshabitado. Apenas tardó unos segundos en percatarse de que aquellos sonidos eran recuerdos de su propia infancia cuando ella y todos sus primos pasaban allí verano tras verano.

Con toda seguridad eso fue lo que le hizo tomar la decisión. No podía perder tiempo en acondicionar el caserón y llamar a toda la familia. Aquel sería el primer verano de muchos en que volverían a disfrutar del aire puro, de la naturaleza y a rememorar tantas y tantas historias que encerraban las paredes de aquella casa.
Texto y dibujos: Geno Mesa 11-01-2016 (Sí, ahora también los ilustro yo misma jajajaja)

5 gotitas:

chema dijo...

me encanta el relato! y sí, ya me he dado cuenta enseguida de que los dibujos son tuyos, jeje. son muy chulos, ahora ya lo haces tú todo!
es curioso eso de tener falsas sensaciones de sonidos que en realidad sean recuerdos... un engaño de la mente.

Geno dijo...

¡Gracias! Me alegro que te guste. Ya ves, me he lanzado al mundo de la ilustración también jajajaja

Bertha dijo...

MEA ENCANTADO...MUY CHULO; y como dice Chema, nuestros recuerdos siempre bienen a nuestra memoria, cuando vamos a visita las casas de nuestros familiares o a amigos.¡HAY NUESTROS RECUERDOS!

Bertha dijo...

Ahi los dibujos me gustan, siempre es mas divertido eh imaginativo, hacerlos uno mismo.

Geno dijo...

¡Gracias Bertha!