Acababa de verla entrar en la tienda y ya
lo había decidido: sería ELLA, sólo ella podría llevarlo. Si se paraba a
calcular el tiempo que había permanecido colgado en aquel maniquí y la de
mujeres sosas y sin estilo que habían intentado probarlo se le aflojaban las
costuras. Pero por fin había llegado, la mujer que llevaba esperando desde que
lo expusieron en aquel escaparate. Tendría que desplegar todos sus encantos,
dentro de lo que aquel figurín de plástico le permitiera, y es que no podía
olvidar que la primera impresión es la más importante y sabía que si la
encandilaba al primer golpe de vista, no le quedaría más remedio que
llevárselo.
Si es cierto que un montón de señoras se lo
habían querido llevar, no en vano era el vestido más precioso de la tienda
exclusiva de moda. Tenía la hechura perfecta, el color perfecto y la caída
perfecta pero nunca venía a buscarlo el cuerpo perfecto. La que no era
demasiado baja, era demasiado alta, o gorda o delgada.
Y ahora estaba allí, paseando la vista
sobre todos los diseños de vestidos de fiesta que estaban expuestos. Se
acercaba, se acercaba, ese era el momento había que ajustarse bien, estirar
todos los pliegues … sí, se estaba fijando en él ¡Que emoción! Parece que llama
a la dependienta … sí, se lo va a probar. Ese era el instante definitivo donde
se lo jugaba todo a una carta. Una vez que se lo vistiera tendría ajustarse al
talle como si hubiese sido hecho a medida, conseguir que el escote caiga hasta
el punto indicado y procurar no quedar corto, ni arrastrarse por el suelo.
Huy, ya sale del probador y se dirige al
espejo de cuerpo entero que hay en la columna del centro de la tienda. Ahora es
cuando nada puede fallar. En cuanto fije sus ojos en su reflejo el vestido
sabría lo que está pensando. Conoce cada brillo en las miradas y lo que
significa puesto que siempre estaba muy atento cuando los que desfilaban eran
sus compañeros. Se había convertido en un experto y sabía perfectamente, al
primer momento, si se lo llevarían o no, si había dudas … todo.
Aquí estamos … mmmm … sí, se le ve en la
cara ¡¡le ha encantado!! Se mira de frente … se gira … vuelta completa …
Pues ya está, por fin lo había conseguido.
Habían merecido la pena tantos meses de espera, de no lucir todo lo bien que
podía, porque ahora se iba con la mujer que lo luciría como ninguna, esperaba
que en algún evento importante.
Geno Mesa
Dibujo: de la red
Geno Mesa
Dibujo: de la red
10 gotitas:
me ha encantado, geno!! es verdad, a veces una prenda por sí sola no significa nada, es la prenda -el vestido en este caso- y quién la lleve. y es verdad, alguien muy experto en comunicación no verbal (o que simplemente tenga experiencia) puede detectar si a alguien le convence del todo lo que se ha probado, si tiene dudas...
¡Gracias, Chema! Sí es cierto que la actitud de la persona tiene mucho que ver en lo bien om al que le siente la ropa
Jo... que envidia me das, ya me gustaría a mi poder escribir cosas así..
Jo... que envidia me das, ya me gustaría a mi poder escribir cosas así..
Bueno, Martmas, yo siempre digo que es cuestión de tener una idea y ponerse a ello ¡Gracias! :-D
Hola: un gran relato... hay gente que es elegante por naturaleza... tienen estilo y aben lucir como nadie una prenda. Qué bien que al final el vestido es lucido por una de esas chicas.
Es algo que se tiene o no se tiene, exactamente. Me alegro que te guste :-D
Vestido-san, ha valido la pena la espera!!! :-)
Bonito relato, Geno. Una sencilla historia con final feliz.
Besicos.
Seguro que sí, Zel jejej
Gracias momentoparpensar
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