Era un adolescente flacucho, desgarbado y enclenque cuando
llegó al pueblo. Estuvo perdido por sus pocas calles durante unos días, hasta
que Lucy, la madame del Saloon se apiadó de él y le ofreció un techo sobre su
cabeza a cambio de un trabajo. Así empezó a ganarse sus primeros céntimos, con
las propinas que los clientes le daban cuando vaciaba las escupiteras. Dormía,
cuando todos se iban, sobre una de las mesas o encima de la barra. Día a día se
fue ganando el cariño de todos los habitantes del pueblo. Hasta el barbero,
famoso por su racanería, le invitaba a comer de vez en cuando si Jimmy le
barría la barbería.
Pero, por desgracia, no todo el pueblo apreciaba a
Jimmy. El banquero Rushmore lo trataba con desprecio y altanería, siempre
mirándole por encima del hombro a través de su monóculo con una mueca de asco
en la boca.
—Como no tengo dinero para abrir una cuenta en su
banco me cree inferior a él y a la mayoría de los habitantes de Sweetwater.
Pero ya le demostraré que soy tan bueno o mejor que ellos.
Y Jimmy empezó a tramar su venganza. Lo primero
sería aprender a disparar un revolver y para ello se cameló al Sheriff Hickock
que hacía tiempo le trataba como a un hijo. No es que entrara en sus planes
utilizar un arma pero más valía prevenir. Después se dedicó a estudiar todos
los movimientos del Sr. Rushmore. El golpe al Banco tenía que ser perfecto y
solo podía realizarse un día, el día en que el banquero recibía su cargamento
de oro proveniente de la mina. Lo guardaba allí una noche antes de trasladarlo
a la ciudad. Todo el pueblo se había portado tan bien con él que no quería
dejarles sin sus ahorros, solo quería el oro del banquero para que pagara de
alguna forma todas las humillaciones y desprecios que le había hecho sufrir.
Por fin el día había llegado y Jimmy lo tenía todo
preparado. Vio como llegaba la diligencia al pueblo escoltada por varios
vaqueros y como éstos descargaban el baúl en el que transportaban el oro. Esa
noche tendría que actuar.
Varios años después, con su piel curtida por el sol
después de tanto tiempo escondido en las Rocosas y una barba que casi le
llegaba por la cintura, Jimmy se reía observando su rostro adolescente e
imberbe dibujado bajo un letrero de “Se busca” y flanqueado por la cuantía de
la recompensa por su captura: cuarenta y seis euros.
Texto: Geno Mesa
Imagenes: sacadas de la red
6 gotitas:
Que relato más guay, niña. Me ha gustado mucho. Esa venganza del crio, fastidiando a un banquero, es algo que muchos quisieramos hacer, jajaja... Y las fotos encantadoras, me han recordado aquellas tardes de invierno jugando con mis hijos, teníamos muñecos de Play - así lo llamábamos - de todos los escenarios. Todavía los guardamos en un baul.
Genial, guapa. Un besito.
Muy original el relato, me ha encantado. Y las ilustraciones me han dejado un poco p'allá, pero molan como acompañamiento de la historia del pequeño Jimmy.
(Yo todavía tengo la mayoría de mis playmobil, una parte heredé de mi hermano mayor pero el resto los pedía yo -o ahorraba y me los compraba-)
qué chulo este cuento, geno! esta vez ambientado en el oeste americano, te manejas muy bien en todos los géneros. el final es un poco enigmático... tendrá el número 46 algún significado? ;)
Gracias a ti, Merchi. La verdad es que el relato lo escribí hace tiempo pero no cabe duda que es muy actual jejeje.
Pues buscando dibujos por la red, Zelgadiss, vi estas fotos y me hizo gracia ilustrar el relato con los muñequitos. Yo tuve alguno pero supongo que se perderían en el limbo de los juguetes 8que ya es raro porque aqui se conseva casi todo jejeje)
Pues no, Chema, el único significado que tienen los 46 euros es que son el tema sobre el que había que escribir jajajja.
Gracias, me aegro que os guste XDD
Muy chulo Geno y muy del oeste..jejeje.
Gracias Bertha ;-D
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