martes, 11 de septiembre de 2012

Rescatando relatos: Mi ventana

Como cada día Pedro acompañó a sus amigos hasta su casa al término de las clases. Se despidió de ellos hasta el día siguiente pero no continuó su camino. Tenía un secreto. Pedro rodeó la mansión en la que vivían sus compañeros y, como hacía todas las tardes, se asomó disimuladamente por una pequeña ventana que daba al gran comedor de la casa. Allí veía como Andrés y Marcos se reunían con sus padres y merendaban todos juntos.


“Mis padres nunca están en casa para recibirme cuando llego del "cole" – pensaba Pedro tristemente.
En cierto modo envidiaba a sus amigos no solo por lo que poseían: aquella gran casa con un enorme jardín, piscina y animales por doquier. También les envidiaba que pasaran tanto tiempo con sus padres. No sabía muy bien si trabajaban en casa o no necesitaban trabajar, la cuestión es que siempre estaban allí. Los de Pedro eran más humildes y tenían que trabajar muchas horas para poder costear el colegio privado al que le enviaban. Sabían que era un niño muy listo y que, gracias a su sacrificio, en un futuro tendría una vida mejor. Él lo entendía pero le hubiera gustado pasar más tiempo con ellos.
Un día Andrés y Marcos le invitaron a merendar en su casa ¡Por fin iba a vivir aquel ambiente familiar en persona! Pero… ¡que desilusión! Cuando entraron en el gran salón los padres apenas si saludaron a sus hijos. Sí es cierto que se sentaban a la misma mesa a merendar pero no estaban juntos. No se hablaban, ni siquiera se miraban.
“Esto es muy distinto a lo que yo veo desde mi ventana” – pensó Pedro.
Entonces empezó a apreciar aún más el poco tiempo que pasaba con sus padres. Si aumentar ese tiempo significaba que no le tuvieran en cuenta, se quedaba como estaba. Cuando sus padres llegaban a casa lo inundaban de besos y abrazos y, mientras cenaban los tres juntos, se contaban cómo les había ido el día y si Pedro tenía alguna duda con las tareas, intentaban ayudarle. Andrés y Marcos no disfrutaban de eso. Aunque sus padres estuviesen a su lado, ellos merendaban y cenaban solos, hacían su tarea solos y nadie les preguntaba cómo les había ido el día. Ni siquiera recibían un beso de bienvenida.
“Y pensar que yo les envidiaba” – se decía Pedro
A partir del día en que sus amigos le invitaron a merendar, nunca más volvió a espiar tras aquella ventana.


Geno Mesa

10 gotitas:

chema dijo...

muy bonito cuento, geno. no lo había leído antes, porque me acordaría. está muy bien el mensaje, a veces las apariencias engañan. y qué chula la ilustración de tu hermana!

momentoparapensar dijo...

Me ha gustado mucho. Hay mas?
Voy a ver...
Besicos

Inma dijo...

Este cuento sería muy consolador para muchos niños! Precioso Geno

Geno dijo...

Me alegro que os guste y muchas gracias. Lo escribí hace tiempo y aún me quedan un montón sin publicar en el blog asi que ire poniéndolos.
momentoparapensar, sí hay más, solo sigue la etiqueta de "relato" XDD Espero que te gusten también

Zelgadiss dijo...

Ohhhh!!!
Sabes eso que dicen de que: "la hierba siempre parece más verde del otro lado de la valla". Esto sería un claro ejemplo, y generalmente no suele ser cierto. ^_^U

Geno dijo...

Ahi tienes razón, eso de que "las apariencias engañan" es más cierto de lo que creemos

Bertha dijo...

OH que bonito...moraleja: no creas todo lo que ves, pues siempre ahy otra version de lo que uno ve?

Geno dijo...

Muy acertada tu moraleja, Bertha. Gracias!

Cloti Montes dijo...

Geno!!!!!! Que me gusta cómo escribes y qué poco te prodigas, oño!!
Bssss
Cloti

Geno dijo...

¡¡Gracias Cloti!! La verdad es que hace tiempo que no escribo nada pero tengo mucho guardado esperando salir a la luz XDD