Ringggggg, ringggggg
“¡Oh, vaya! Ya son las 5 y media de la
mañana otra vez ¿De verdad tengo que levantarme? ¡Jo, que pereza! ¡Brrrrrr, que
frío! Seguro que ahí afuera hace unos cuantos grados bajo cero, tendré que
ponerme otra camiseta. Si ya parece que llevo todo el ropero encima. A este
paso dentro de poco no podré ni moverme ¡En fin! Me calentaré un poco de café a
ver si, de paso que caliento un poco, voy espabilando. Otra mañana en la que no
pararé de bostezar, ya verás”
Estos eran algunos de los pensamientos que
rondaban la cabeza de Reme una mañana cualquiera, de un día cualquiera, en un
invierno cualquiera. Para ella todos los días eran iguales. Se levantaba
temprano, se abrigaba a conciencia aunque nunca era lo suficiente y salía a la
calle en ese su peregrinar de limpieza de portal en portal. La gente que vivía
en esas casas no se parecía en nada a ella. No tenían que madrugar tanto y, por
supuesto, no pasaban tanto frío.
A pesar de todo Reme era optimista. Aunque
ya estaba resignada, no perdía la esperanza de que su suerte un día cambiaría
¿Y por qué no hoy?
“Pues no, hoy tampoco será. Y eso que sería
el mejor día. Hoy es 22 de diciembre, día del Sorteo del Gordo de Navidad, pero
bastantes gastos tengo ya como para andar comprando decimitos ni papeletitas
¡Con lo poco que gano!”
Después de quedarse casi helada esperando
el autobús llegó a su primer destino de la jornada y, nada más abrir el portal:
“¿Pero qué pasa? A esta gente tan fina
parece que nadie le ha enseñado que no se tiran los papeles al suelo … desde
luego … tanta finura, tanta finura pero educación la mínima ¿eh? Pues sí que
empiezo bien el día … ¡Anda! Si parece un décimo de lotería ¡Y es para hoy! ¡No
te digo! No tendrán bastantes riquezas que aún quieren más”
Su primera idea fue llamar al presidente de
la comunidad para comunicarle su hallazgo pero … ¿y si se lo quedaba? …¡Total!
Ella lo necesitaba mucho más que cualquiera de los que vivían allí … además,
como si fuese a tocar ¡ya ves!
Aunque no pensara en tener la suerte de ganar
algo, a Reme esa mañana se le hizo interminable. No veía el momento de acabar e
ir a informarse sobre los premios de la lotería ¡Si al menos le tocara algo
para poder tomarse unas pequeñas vacaciones! Así que cuando terminó su jornada
laboral se dirigió al kiosko que había junto a su portal y le pidió por favor a
Deme, el kioskero, que le mirará su décimo. Primero pensó que Deme le tomaba el
pelo, o que lo había mirado mal, luego no se lo podía creer ¡¡Le había tocado!!
Vale que no le daba para retirarse del todo
pero por lo menos podría dejar de trabajar por el invierno que salir de casa
tan temprano y con el frío que hacía era bastante dañino o también podría dejar
algunos portales y empezar la jornada más tarde, cuando ya el día ha calentado
un poquillo. Sea como fuere, la suerte de Reme ¡por fin! había cambiado.
Texto: Geno Mesa
Imagenes: de la red
6 gotitas:
Jo, a ver si me pasa a mí como a Reme y me encuentro un boleto por la calle, jajajaja... Es un relato muy típico de la Navidad, Geno, muy enternecedor porque la protagonista tiene un final feliz. Ojala les ocurriera a mucha gente necesitada y pudieran sentirse alegres para variar. Besitos, guapa.
geno, me encanta este relato!! protagonizado por una persona sencilla, y con final feliz. hay trabajos que son poco apreciados, y a veces la gente tiende a olvidar que esas personas tienen una vida detrás...
Que chulo tu relato y como a mi me gustan con final feliz, como deve ser...besos
Es lo que la época pide: finales felices, jeje. Me alegro de que os haya gustado ¡Gracias!
Bieeen!!!
Me alegro por el personaje, ains, quien no pillara un pellizquito para vivir un poco más desahogado en estos tiempos difíciles.
Tanto frío tenía la mujer?? la historia transcurre en Nagano o qué?
:-p
No creo que Nagano tenga el monopolio del frío, en otros sitios también lo hace :-P Me alegro que te haya gustado :-D
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