La hija de la iguana

Es este, el de Iguana no musume, un dorama mezcla de una historia de esas de instituto que tanto nos gustan con un cuento de hadas.

Cuando Aoshima Masanori (Masao Kusaraki) viaja a las Galapagos, cura las heridas a una iguana que queda prendada de su salvador. Así, esta pide a su padre que le permita convertirse en humana para poder dar rienda suelta a su amor. El deseo es concedido pero con la condición de que el hombre nunca descubra el pasado de la muchacha. 

Y así viven felices y comen perdices hasta que tienen a su primera hija en la cual la madre, Yuriko (Kawashima Naomi), en lugar de ver un tierno bebé y una bonita niña como el resto del mundo, solo ve a una iguana, cosa que le impide aceptar y querer a su hija como sería menester.
Por si esto fuera poco, Rika (Kanno Miho), la niña, también se ve de semejante guisa cuando se mira  al espejo, cosa que la hará crecer acomplejada y sin amigos, algo a lo que ayuda el desprecio de su madre y de, ya en el instituto, su compañera de clase Kaori (Komine Rena)

Pero tampoco pensemos que Rika está sola en el mundo. Su padre la adora, su hermana Mami (Enomoto Kanako) también la quiere y desde la primaria ha estado protegida y ayudada por Noboru (Okada Yoshinori) del que está perdidamente enamorada. Además, llega a su clase Nobuko (Sato Hitomi) una chica que se hará su amiga y la ayudará a aumentar su autoestima.

A pesar del detalle un tanto extraño de la iguana, la historia del argumento es muy bonita, con detalles tiernos, emocionantes, cómicos... en fin un poco de todo. Eso sí, los buenos son muy buenos y los malos son peores, como todo buen cuento de hadas.