Tras
haber pasado por la bañera y enfundado en su pijama de Spiderman, Mario se
sentó a la mesa dispuesto a dar buena
cuenta de la cena.
El
viernes era su día favorito de la semana, y no solo porque tras él venían dos
días de descanso, sin colegio ni deberes. Otra de las razones la tenía delante
suyo ahora mismo aunque no duraría mucho. Todos los viernes su madre o su
padre, según se repartieran las tareas del hogar, le preparaban su comida
favorita para cenar: tres salchichas bien empapadas en kétchup.
Pero
lo que más le gustaba a Mario de que llegara el viernes era que Sara volvía a
casa a pasar el fin de semana.
Sara
era su hermana mayor y pasaba los días laborales estudiando en la capital. Pero
en cuanto terminaban las clases y actividades del viernes por la tarde, la
muchacha corría a su cuarto, preparaba cuatro cosas en su mochila y salía disparada a
coger el tren que la llevaría junto a su familia.
Y
esas tres horas que tardaba en llegar a su destino Sara las empleaba en
escribir un cuento para Mario, una aventura en la que el niño siempre era el
protagonista.
Cuando
el chiquillo se enteró de que su hermana, a la que adoraba, se iba a vivir a
otro sitio se disgustó mucho. Lo único que le consoló fue la promesa de Sara de
que cada viernes volvería para leerle una historia que ella se inventaría para
él.
Así que en cuanto rebañó
con pan el kétchup que quedaba en el plato tras terminar las salchichas y a la par que escuchaba la
llave en la cerradura y la voz de Sara anunciando con entonación musical “ya
estoy en casa”, Mario corrió a su cama a esperar pacientemente a que sus padres
saludaran a la muchacha mientras intentaba adivinar sobre qué trataría el
cuento de esa noche ¿Indios y vaqueros? ¿Dragones? ¿Astronautas? No tardaría
mucho en averiguarlo pues Sara ya estaba sonriente en su puerta.
Texto y dibujos: Geno Mesa 8-6-2016
4 gotitas:
qué bonito relato! al igual que sara, tú también eres una buena hermana mayor. ;)
salchichas de frankfurt con ketchup, qué ricas! es el típico plato que gusta a los niños, jeje.
Gracias, Chema, lo intento al menos :-D
Sí, es lo típico que raro será que no aciertes dándoselo a un niño jejeje
El paladar de un crío... ese gran desconocido. jajajajaja
^_^
Y tanto, encierra grandes misterios jajajjaj
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