Tal y como os contaba en el último post del año pasado, aunque ya lo habíais ido comprobando a lo largo de sus doce meses, en el 2015 retomé mi afición por la escritura.
Siempre me ha resultado más fácil escribir siguiendo las directrices de una página o un grupo que hacerlo por mi cuenta por ello me había apuntado a Anima fábula. Por alguna razón que desconozco la página rompió, se estropeó, puede que un virus acabara con ella... no se, pero el caso es que ya no funciona. Pero estoy decidida a seguir escribiendo y ojeando el libro que surgió de aquel Albanta del que ya os he hablado en más de una ocasión, me vino una idea. Retomaré los temas de aquellos certámenes en los que no participé y haré mi relato. Este es el primero.
El Regreso
Adela
temió por un momento no ser capaz de encajar la llave en la cerradura de todo
lo que le temblaba la mano. Dio tres giros rápidos y respiró hondo antes de
empujar la puerta y acceder al recibidor de la casa. Diecisiete años hacía que
sus pies no pisaban aquel suelo de formas geométricas. No era tanto teniendo en
cuenta que estaba convencida de que
nunca volvería. Pero la vida te da sorpresas y la suya fue mayúscula cuando le
comunicaron que el abuelo le había dejado la casa del pueblo en herencia a
ella, a la que con tanto rencor y palabras tan duras había echado de allí. Y
todo porque se había enamorado del nieto del Gregorio.
El
Gregorio y el abuelo habían sido los mejores amigos del mundo, más que eso,
casi como hermanos. Esas habían sido las palabras que su madre había empleado
para contárselo. De repente y de un día para otro dejaron de hablarse. Nadie
supo nunca el porqué, solo ellos conocían la razón y se llevaron el secreto a
la tumba.
Recorrió
una por una todas las habitaciones. Nada había cambiado. Todo estaba tal y como
lo recordaba. Por un momento le pareció oír risas y cánticos de niños, algo del
todo imposible pues el pueblo llevaba ya algunos años deshabitado. Apenas tardó
unos segundos en percatarse de que aquellos sonidos eran recuerdos de su propia
infancia cuando ella y todos sus primos pasaban allí verano tras verano.
Con
toda seguridad eso fue lo que le hizo tomar la decisión. No podía perder tiempo
en acondicionar el caserón y llamar a toda la familia. Aquel sería el primer
verano de muchos en que volverían a disfrutar del aire puro, de la naturaleza y
a rememorar tantas y tantas historias que encerraban las paredes de aquella
casa.
Texto y dibujos: Geno Mesa 11-01-2016 (Sí, ahora también los ilustro yo misma jajajaja)
5 gotitas:
me encanta el relato! y sí, ya me he dado cuenta enseguida de que los dibujos son tuyos, jeje. son muy chulos, ahora ya lo haces tú todo!
es curioso eso de tener falsas sensaciones de sonidos que en realidad sean recuerdos... un engaño de la mente.
¡Gracias! Me alegro que te guste. Ya ves, me he lanzado al mundo de la ilustración también jajajaja
MEA ENCANTADO...MUY CHULO; y como dice Chema, nuestros recuerdos siempre bienen a nuestra memoria, cuando vamos a visita las casas de nuestros familiares o a amigos.¡HAY NUESTROS RECUERDOS!
Ahi los dibujos me gustan, siempre es mas divertido eh imaginativo, hacerlos uno mismo.
¡Gracias Bertha!
Publicar un comentario